Hace tiempo al estar en uno de los mayores vicios de la red, Facebook, pensé acerca de la facilidad con qué podemos agregar o eliminar personas de nuestro “círculo de amigos” y la lejanía que crean las redes sociales para la interacción humana. Por un momento me puse a fantasear con la idea de que ojala así fuera de simple en las relaciones interpersonales de la dimensión real, dar un click y borrar por completo el contacto con esa persona, sin embargo, la realidad pone a prueba nuestras capacidades para aprender nuevos métodos de relacionarnos con los demás, aun cuando hay un punto de quiebre.
En este sentido, pensaba en los sentimientos que llegamos a experimentar cuando nos enteramos de una situación de la que quizá, sin contar con internet como herramienta, nunca hubiéramos llegado a conocer y es por ello que coincido con aquellos dichos populares que enuncian: ojos que no ven corazón que no siente, o el que busca encuentra, porque en realidad en este tipo de redes sociales podemos llegar a saber historias contadas de voz, o mejor dicho de letras, de los propios protagonistas, cuestiones que nos pueden llevar a la mejor de las euforias o a la más triste de las sensaciones.
Es cierto que las redes sociales en muchas ocasiones, sirven para mantener contacto con personas que se encuentran lejos de nosotros por diversas razones, o bien, amigos que por falta de tiempo no tenemos oportunidad de ver constantemente, pero ¿hasta qué punto las redes sociales son un beneficio para la “convivencia” con otras personas? Supongo que en cierto punto es un poco difusa esta situación, puesto que la convivencia física y el lenguaje corporal que puede llegar a proporcionar una persona, jamás podrá compararse con los mensajes publicados en el perfil, que si bien nos llegan a dibujar una sonrisa en el momento, no se igualan a los ratos de alegría con los amigos.
A veces sin notarlo, el hecho de agregar a una persona basándonos en su aspecto físico, sin saber su origen ni nacionalidad, nos introduce en la lógica superficial a la que conllevan este tipo de redes sociales, o bien en otras, nos permite conocer cultura, idiomas o hasta paisajes de otros países a través de las fotografías que podemos encontrar en un perfil, esta ultima situación benéfica para enriquecer nuestro a veces limitado conocimiento visual.
¿Pero qué tan bueno es seguir teniendo “contacto” con esas personas que por alguna razón decidimos o decidieron salir de nuestras vidas? En ocasiones resulta sano dejar de saber acerca de ellas, en otras, si aun estamos interesados resulta doloroso o esperanzador, y es por ello que el papel de observador incognito que nos permiten jugar las redes sociales resulta tan atractivo.
Un click puede complicarnos el día entero, o si corremos con mejor suerte, puede proporcionarnos un día completo con una sonrisa en el rostro, pero no hay que dudar que este tipo de redes sociales son un producto divertido, nos distraen en momentos estresantes, nos permiten estar de curiosos en lo perfiles de las personas, solo no hay que olvidar como dicen por ahí que la curiosidad mató al gato.
Así que mientras resulte divertido dar click y ver estas páginas como medio de distracción (el cual, en ocasiones nos quita más tiempo del debido) el internet y las redes sociales son una buena opción, no solo para “recolectar información” sino también para quitarnos un poco el estrés tan típico de una ciudad como la nuestra.