domingo, 29 de agosto de 2010

sin dejar de mencionarlo...

No podría ser un blog mío, sino escribiera alguna vez sobre Gustavo Cerati. Seguro algunos de los que habrán leído el título: alimentando la utopía , se habrán dado cuenta del origen de ella, y para aquellos que no lo saben, es una de las frases de una canción de mi amor platónico, si, los conejos también soñamos con amores imposibles y cuentos de princesas tipo Disney, seguro ahora entienden mis traumas.


Podría plasmar miles de sentimientos acerca de uno de los autores más importantes del soundtrack de mi vida, sin embargo, en esta ocasión hablaré de una canción cuyo título lleva por nombre, Vivo.

Alguna vez pasé por aquel sentimiento conocido como desamor y pensé en crear una cura para el mal de amores, hasta que llego a mí un disco llamado Siempre es hoy, donde viene la canción antes mencionada, y de la cual, rescato la frase “el fin de amar sentirse más vivo”. En realidad, creo que pocas veces al dejar a aquella persona que consideramos nuestra media naranja, sentimos un dolor tan profundo que quizá cega nuestra razón y no podemos notar que el dolor del que emana nuestro sufrimiento es razón suficiente para sentirnos más vivos.

Sé que el amor es un tema muy trillado, y no espero encontrar la respuesta a todos los misterios que genera, pero sin duda, si en algún momento llego a encontrar la cura, no duden queridos amigos, en que podré compartirla con ustedes, claro, todo por una módica cantidad, ¿quién dijo que amar fuera gratis?

Los invito a escuchar la canción, ya que sin duda, el amor será uno de mis temas recurrentes, después de todo, sin el desamor ¿cómo podríamos saber que realmente amamos? Disfrutemos entonces ambas caras de la moneda, sin olvidar que la moneda siempre puede cambiar de dueño.

jueves, 26 de agosto de 2010

de ideas descabelladas

Primera sensación: pánico escénico

¿Qué escribir cuando el recuadro en blanco impone y más fácil sería dibujar un esbozo a redactar palabras?

Nunca había considerado escribir en un blog, quizá el simple hecho de hacer "públicas" mis ideas sonaba demasiado pretencioso para mi, quizá en parte, miedo al rídiculo o quizá la incertidumbre de no saber que piensa el observador al otro lado de la pantalla acerca de todas las proyecciones que sin querer, daré a conocer.

En algún momento también pensé en la idea descabellada de que algún día las palabras se terminaran, y que me quedara con sentimientos que dieran lugar a pensamientos que jamás nadie podría leer. Imaginé la idea de que al nacer, nos dieran una cantidad exacta de palabras para utilizar el resto de nuestra vida, quizá esto me llevaría a pensar más lo que escribo en estas líneas, o quizá me llevaría al punto de desperdiciarlas de una vez para no tener que utilizarlas de nueva cuenta.

Y aquí me encuentro, intentando buscar las palabras adecuadas para pensamientos no sensatos, y dejando la puerta abierta para aquellos interesados en una mente no tan cuerda.